Imagine que quiere colgar un cuadro y que para ello tiene que hacer un agujero en la pared. Usted solo ve el plano exterior del muro y aunque desde fuera crea que está situando la broca del taladro en una posición perfectamente perpendicular al tabique y paralela al suelo, casi siempre se produce una desviación que condicionará el éxito de esta tarea de bricolaje, ya que las cargas que tenga que soportar el taco del que cuelgue el marco no serán uniformes. Con el tiempo es posible que el orificio se agrande, que el taco se afloje y que, incluso, el marco caiga.
Algo similar ocurre con las prótesis de cadera de recubrimiento. Éstas no requieren tunelar el interior del fémur, ni serrar su cabeza para insertar un vástago metálico (su forma, en realidad, se asemeja más a la de una chincheta que se clava en la cabeza del fémur), no sacrifican tanto hueso como las normales y permiten un mayor número de re intervenciones para sustituir los dispositivos gastados por otros nuevos. Por ello, estos dispositivos se presentaron como una alternativa idónea para pacientes jóvenes y muy activos. De hecho, es la técnica ortopédica que más desarrollo ha tenido en los últimos años y a la que más novedades instrumentales han ido incorporándose. Sin embargo, los errores que suelen producirse en el alineamiento de la prótesis en el interior del hueso (aunque se cuenta con la ayuda de uno o varios asistentes en realidad se inserta casi a ciegas) elevan notablemente el riesgo de fractura del cuello del fémur (la complicación más frecuente derivada del mal reparto de las cargas que soporta el hueso), lo que ha provocado que muchos cirujanos estén dejando de lado la técnica y que una gran cantidad de pacientes también pierdan los beneficios que presenta. Sin embargo, un equipo de especialistas españoles ha ideado un sistema para alinear este tipo de prótesis. El método se basa en el calculo, mediante trigonometría, del punto de inserción de la aguja que guiará el pequeño vástago de la prótesis de recubrimiento. Gracias a este ingenio, la prótesis queda perfectamente alineada, las cargas resultantes de los movimientos se reparten de manera idónea y el paciente puede hacer una vida normal, incluso deporte de cierta intensidad, como esquí o padel. Pueden practicar casi cualquier actividad que no conlleve demasiado.
La curva de aprendizaje se acelera bastante ya que el cirujano, aunque está asistido por más personas, aprende de sus propios errores y perfecciona antes la técnica lo que también anima a otros especialistas a hacerla. Además, como el abordaje es mínimamente invasivo, se reduce el riesgo quirúrgico, el tiempo de intervención y el de recuperación.impacto articular o mechos rebotes: por ejemplo, es mejor que no corran.